No tiene pérdida …

Esta idea está sacada del libro de Aharoni que recomendaba en la entrada anterior. La verdad es que está resultando una lectura de lo más interesante, y contiene ideas valiosas no sólo sobre cómo presentar conceptos matemáticos, sino también observaciones de carácter más general, como la que quiero comentar hoy.

Estoy seguro de que, como forasteros en alguna ciudad, todos hemos recurrido alguna vez a preguntar a un lugareño. Tras dos o tres sencillas indicaciones, no es nada raro que se haya despedido con las palabras «¡No tiene pérdida!». Por supuesto, en muchos casos nos hemos perdido o, al menos, hemos tenido que volver a preguntar por cómo llegar a nuestro destino.

Pues bien, creo que todos los docentes caemos con frecuencia en el mismo error. Conocemos perfectamente la materia que estamos exponiendo, y por esa misma razón nos resulta complicado ponernos en la situación del recién llegado. A  lo más que podemos aspirar es a intentar ser cuidadosos y evitar caer en este error con demasiada frecuencia.  Porque, por supuesto, también tenemos que evitar el extremo contrario, y empeñarnos en acompañar al forastero cogido de nuestra mano. El forastero, las más de las veces, preferirá un poco de independencia, y el alumno la necesita para avanzar en su aprendizaje.

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