El debate sobre los deberes

En un comentario de la última entrada Lucas preguntaba por el programa de Jesús Cintora sobre los deberes, en particular sobre la intervención de Alberto Royo, autor de «Contra la nueva educación» (autor y libro que yo descubrí en el programa).

Mi conclusión principal sobre el programa es que es frustrante el poco rigor y la poca profundidad que hay en nuestro debate público. Como ya han pasado unos días, si algún lector quiere refrescar la memoria el programa está aquí y la intervención de Alberto Royo empieza en el minuto 23:30. Creo que merece la pena complementar esos minutos con esta entrada de su blog,

En este debate siempre he echado de menos los números. Ya en las lejanas reuniones del cole de mis hijas, lo único que intentaba cuando surgía el inevitable debate entre los bandos de padres pro y anti deberes era poner algún número a la cantidad de deberes. Nunca lo conseguí, los maestros solían salirse por la tangente de «cada niño es distinto». ¡Pues claro que cada niño es distinto! Por eso no tiene sentido mandarles a todos las mismas tareas, al que las necesita y al que no, al que se concentra y las hace en media hora y al que todavía se distrae mucho, y necesita media tarde para ello.

José Antonio Marina (minuto 49) sí se atrevió a poner un número: 15 minutos al día en 1º y subiendo 15 minutos cada curso. Me parece que llegar a 1,5 horas al final de primara es demasiado, pero al menos con estas cifras se podría empezar a hablar.

Como prueba de la superficialidad del programa me quedo con la situación de la estudiante de ESO (1h 02 min), y el relato de sus tareas del día: «pasar a limpio» una redacción de inglés y estudiar para el examen, estudiar los resúmenes de sociales y un ejercicio de matemáticas. Es verdad que «estudiar para un examen» es una tarea con duración difícil de valorar, y lo mismo estudiar los resúmenes, pero su madre en el programa dice que es una chica eficiente y que los hace en 1 hora. Mi reacción fue: ¿cómo es posible entonces que esté haciendo deberes a las 21:30? ¿No haría falta dar algo más de información sobre el horario de la estudiante durante esa tarde?

En fin, que el propósito fundamental de esta entrada era dar entrada al debate de los lectores que os animéis.

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40 pensamientos en “El debate sobre los deberes

  1. Bueno acabo de ver el programa … un pediatra que se convierte en maestro de extraescolares con la «storiella» de la neuro educación …. me acuerda el caso de un músico doctor en pediatría …Pregunta: ¿la niña que hace los deberes a las 21:30 a que hora empiezo? ¿A las 20:45 para cenar luego a las 22:30? Admito que soy del bando de los padres y formadores de maestros que cree que los deberes nunca son suficiente y además creo que en la intervención de Alberto Royo se han puesto de manifiesto muchos problemas de la educación actual.
    Sigo viendo el programa y veo que la niña que acaba los deberes a las 21:30 empieza los deberes a las 19:30 y que la madre más o menos les «explica» los deberes. Claro, entre lenguas, danzas, neuro extraescolares, … luego queda muy poco tiempo para hacer los deberes! Si quieres que el niño hable español, ingles, francés, árabe, chino, latín, griego, … bueno, tardará un rato más …. Sobre la estimación Marina del 1/4 de hora prefiero no comentarlo, me parece algo rotundamente fuera de cabeza … Pero, ¿el ultimo informe Pisa no indicaba que los niños españoles eran los más felices del mundo?

    • Creo que planteas varios temas (y con algún error).
      La estimación de la madre no era 1/4 de hora, sino 1 hora.
      Con lo que tengo que discrepar es con tu afirmación de que «los deberes nunca son suficientes».
      Yo sí creo que a partir de una cantidad, son demasiados y casi siempre contraproducentes. Sobre esa cantidad óptima es sobre la que se podría debatir.

      • En realidad yo me refería a la estimación 1/4 de hora =15 minutos de Marina (J.A):

        «José Antonio Marina (minuto 49) sí se atrevió a poner un número: 15 minutos al día en 1º y subiendo 15 minutos cada curso. Me parece que llegar a 1,5 horas al final de primara es demasiado, pero al menos con estas cifras se podría empezar a hablar.»

  2. Para mí hay algo peliagudo que no sé cómo afrontar: hay alumnos que no los hacen y después sacan un 8 en los exámenes. Tenemos que bajarles la nota «por el 20% de actitud» y, la verdad, no sé qué tendría que hacer. Me cuesta aceptar que a todos tenga que evaluarles igual.

    • Es un tema que ya salió en este blog, cuenta de cierta nota de inglés 🙂
      Una problemática muy similar la tenemos en la universidad, desde los grados «a la boloñesa» que nos han impuesto (en mayor o menor medida, en función de la universidad) alguna forma de evaluación continua.
      Lo que a mi me gusta es usar ese trabajo diario para «subir la nota». Un alumno que saca un 3,5 en mi examen final puede aprobar, si me parece que ha trabajado bien durante el curso. Pero nunca he bajado la nota de un examen. Mis exámenes no son fáciles, y si saca un 8 en el examen es que ha aprendido (o que me ha engañado, pero ese es otro tema …)

  3. Creo que ahora mismo el estudio más completo que existe es: Cooper H, Lindsay JJ, Nye B (2000) Homework in the Home: How Student, Family, and Parenting-Style Differences Relate to the Homework Process. Contemp Educ Psychol 25(4): 464-487.

    La información está sacado de este post,también muy recomendable:
    http://jralonso.es/2016/03/16/el-mito-de-los-deberes/

    Y de las referencias destaco además :
    http://www.salon.com/2016/03/05/homework_is_wrecking_our_kids_the_research_is_clear_lets_ban_elementary_homework/

    Mi opinión es que hay que usar los datos para decidir las políticas a aplicar, y los que no argumenten sus propuestas basandose en la mejor información disponible, deberíamos tratarlos como charlatanes vende crecepelos.

    • Muchas gracias por las referencias, no las conocía,.
      Es verdad que hacen falta datos, pero también es cierto que hay que andarse con ojo con los estudios en educación. Demasiadas variables, demasiados intereses, hasta demasiadas ideas preconcebidas.
      Pero creo que sí existe cierto consenso en que una cantidad moderada de deberes puede mejorar el rendimiento escolar, y que excesivas tareas tienen efectos contraproducentes. Sobre la cantidad, me gusta esa regla de los 10 minutos que se menciona en el blog. 10 minutos en 1º de primaria, y aumentando 10 minutos cada curso a partir de ahí. La compro antes que los 15 minutos de Marina en el programa de Cintora.

  4. Respecto a Alberto Royo: me parecen un poco simplistas esas actitudes de «todo tiempo pre-logse fue mejor», «excelencia=exigencia» ó «los profesores somos los que sabemos qué y cómo hay que enseñar, pero los políticos y los pedagogos no nos dejan» (espero no haber sido yo demasiado simplista, hablo después de ver el blog).
    Respecto a los deberes: creo que lo razonable sería que la «tarea» consistiese en fijar los conocimientos adquiridos en clase y asegurarse de que se han entendido las cosas. Eso depende naturalmente de cada alumno y algunos probablemente ni lo necesiten. A ésos sí se les pueden encomendar tareas voluntarias, del tipo pensar algo (algo estimulante, esas cosas que hay que rumiar a solas tranquilamente); eso debería servir siempre para subir nota, nunca para bajarla. En cualquier caso, me parece más educativo leer, tocar un instrumento o ver y comentar las noticias con la familia que realizar montones de tareas agobiantes. Y si tienen que ayudar los padres, no entiendo ya la utilidad; la autonomía de los niños es básica, y creo que es preferible equivocarse sólo que hacerlo bien con ayuda.

    • Esa primera parte creo conecta con el problema de fondo de la falta de acuerdo en el modelo educativo (y en casi todo en nuestro país). Siempre terminamos en bandos, pro y anti-deberes, nueva pedagogía contra cultura del esfuerzo, etc, etc. Y me temo que el secreto es casi siempre encontrar el equilibro entre esos extremos.
      Sobre los deberes, pues también de acuerdo. Todo depende de cuáles, cuántos, para qué, etc …

  5. Estimados compañeros:

    Antes que nada, quiero decir que me parece muy respetable que mis planteamientos puedan parecerle a alguien «simplistas», especialmente si se analizan en función de la edición de mi entrevista en el programa de Cuatro. Ahora bien, niego esa añoranza por tiempos pretéritos que alguno cree intuir. Aunque obviamente estudié en el plan anterior, comencé en la enseñanza con la LOGSE ya implantada, luego no puedo comparar cómo se trabajaba antes y cómo se trabaja ahora. Lo que defiendo no lo hago por melancolía sino por convencimiento. Y lo hago mirando al futuro, aunque situarme en un aula de los años 40, como me ocurrió en el espacio de Cintora, no ayuda (y lo entiendo) a respaldar esta tesis. También yo busco el equilibrio, un equilibrio que no encuentro hoy en el discurso más mediático. Básicamente critico la innovación por la innovación, la obsesión por el espíritu lúdico, el sometimiento absoluto a la motivación, la falta de exigencia (que, en efecto, no lleva directamente a la excelencia, pero tampoco está será posible sin aquella), la confusión entre autoridad y autoritarismo o entre disciplina y represión, el desprecio de la memorización como parte (solo parte) del aprendizaje y, en general, el arrinconamiento de valores y hábitos que considero imprescindibles. Creo, por otro lado, que lo importante es enseñar bien, se ejerza esta enseñanza mediante didáctica tradicional o moderna. Y, por fin, respecto a los deberes, no son en sí mismo buenos ni malos. Depende de si están bien elaborados y adecuados a la edad del alumno.

    Un saludo y espero que se entienda mi intervención como un comentario cuyo propósito es aclarar lo que seguramente quedó poco claro tras el programa.

    • Estimado Alberto: muchas gracias por las aclaraciones. La lectura de la entrada de tu blog ya me dejó claro que la entrevista en el programa fue más bien sesgada, y este comentario incide en ello. Podría suscribir casi todo lo que mencionas, y sólo añadir que yo no me adscribo tampoco ni al bando de la «nueva pedagogía» ni al bando de «antes de la LOGSE todo iba bien» al que se refiere Elena.

  6. Estimado Alberto:
    yo sí he trabajado antes de la logse y francamente no veo, ni veía antes, esa obsesión generalizada de la que hablas por la innovación y por el espíritu lúdico. Soy profesora de secundaria y madre de adolescentes, y veo muchos, demasiados profesores que aburren a sus alumnos, les imponen tareas puramente memorísticas y les echan exclusivamente a ellos la culpa de su desmotivación. Profesores que usan y exigen las últimas tecnologías en su vida fuera del trabajo pero se niegan a saber siquiera cómo funcionan en sus clases. Afortunadamente también los hay que no están tan seguros de su propia perfección, que buscan continuamente formas de hacer que sus alumnos disfruten del aprendizaje y que se replantean lo que hacen. Yo como alumna notaba una gran diferencia y desde luego, todo lo que he aprendido por gusto, que han sido muchísimas cosas gracias a algunos profesores excelentes, es lo que se no se me ha olvidado. Creo que es una obligación enseñar de forma amena y motivadora y ello no entra en contradicción, más bien al contrario, con la tan cacareada excelencia. Por cierto, hay bastantes evidencias científicas de por qué unas formas de aprendizaje funcionan mejor que otras, solo hay que conocerlas. A mí nunca se me ocurriría decir que no necesito formación didáctica, otra cosa es quién la imparta, pero creo que gracias a esa formación he mejorado mucho (espero) como profesional. Un saludo.

  7. Buenas noches, Elena:

    La obsesión que percibo es más mediática que otra cosa, como decía en mi primera intervención, pero influye en el día y en lo que se pide al profesor. Esto creo que no se puede negar, pues encontramos congresos de innovación, cursos de innovación y premios de innovación por todas partes. Usted misma comparte la idea, hoy extendida, de que los profesores, por lo general, aburrimos a nuestros alumnos, les obligamos a memorizar sin sentido y renunciamos a presentar de la forma más atractiva posible los contenidos. Sinceramente, creo que esto no es así y que la mayoría de los profesores enseñamos razonablemente bien. No creo que seamos el principal problema del sistema. Más bien creo que somos los que lo mantenemos a flote. También creo que el buen docente (y no creo que sea la excepción) se replantea su forma de enseñar continuamente y que todos (aquí hablo de «todos») intentamos, además, que nuestros alumnos disfruten de la asignatura. No he conocido a ningún compañero que prefiera que sus alumnos aborrezcan la materia que les da. Dice que es «una obligación enseñar de forma amena y motivadora». Lo encuentro excesivo. Estupendo como ideal y como aspiración, pero no siempre posible, primero porque no todos los contenidos que deben aprenderse van a entusiasmar a los alumnos (pese a ello, si son importantes, han de aprenderse) y, segundo, porque la motivación no solo depende del profesor. La formación didáctica es importante, claro. La didáctica es la forma de enseñar lo que uno sabe. Lo que yo creo sobre este asunto es que no se puede enseñar a enseñar, pues a enseñar se aprende enseñando. Sí es útil que un docente de amplia experiencia aconseje al profesor que acaba de empezar en base a la trayectoria de aquel, a lo que le ha funcionado en clase, a lo que no, a los problemas que se ha encontrado, a cómo los ha afrontado… todo esto lo encuentro enriquecedor. Pero diría que hay tantas metodologías como profesores y que unificar criterios en esto es muy, muy complicado.

    Un saludo.

  8. Alberto, Elena: el gran problema es que nadie tiene datos de cómo son de frecuentes unas prácticas u otras. Las experiencias de mis hijas en la enseñanza media van, por desgracia, mayoritariamente en la dirección de lo que comenta Elena. Pero las aulas españolas son uno de los lugares con menos contacto con el exterior de los que tengo noticia …

    • Eso es cierto. De todas formas, yo no comparto que hoy se memorice en exceso, por ejemplo. Más bien diría que ocurre lo contrario: no se memoriza nada. Y sobre el poco contacto con el exterior, de alguna forma para mí sería lo deseable: que la escuela fuera un lugar claramente separado de otros, en el que se pudiera aprender lo que no se puede aprender fuera.

      • Un matiz: cuando hablo del exterior, hablo del exterior del aula, no sólo del exterior del sistema escolar. Lo deseable sería ver natural poder observar y ser observados en clase, por otros compañeros. Me parece la mejor forma de compartir experiencias y mejorar la formación.
        O esta historia de ciencia ficción: he leído que en muchos distritos escolares de EEUU los padres tienen el derecho de asistir a clase …

  9. Como ya he dicho anteriormente comparto lo que dijo Alberto en su intervención y comparto lo que añade ahora. Con esto de la innovación hemos llegado a financiar proyectos para calentar el agua con el fuego visto que son décadas que la calentamos con la electricidad y el fuego se convierte así en una innovación novedosa para calentar el agua fría!
    Algunas veces se tiene que tener en cuenta, antes de ponerse a buscar o grabar datos, que así como existen «preguntas interesantes» también existen preguntas que en general no tienen sentido o están mal formuladas, como por ejemplo la de los «kilos de deberes a asignar».
    La «maquina de los deberes» quizá en algunas aisladas realidades del pasado siglo, donde el coronel del cuartel al mismo tiempo era el cura, el medico, el maestro, el alcalde del pueblo, podía ser necesaria, pero creo que hoy en España en general no estamos en este caso.
    Ponerse a debatir sobre el «milagro de la didáctica» o sea de como formar a educadores pare que puedan impartir lo que desconocen, tampoco lo veo interesante, y creo que todo el mundo mundial ha entendido a lo largo de estas ultimas décadas que más que un milagro era una trampa.
    También está claro que se aprende a ser un buen maestro enseñando, así como se aprende a ser un buen matemático investigando. El problema desde mi punto de vista está en la formación de los maestros. Así como un licenciado o graduado o doctor en matemáticas todavía «no es» un matemático hasta que no consigue aportar unas contribuciones originales haciendo matemática, así los diplomados/graduados en magisterio … no son … hasta que no empiezan a enseñar. Pero hay una diferencia. Los primeros reciben una formación pre-doctoral y post-doctoral que les permite convertirse si quieren en matemáticos, por lo menos a una buena parte. Por otro lado, los segundos quizá no reciben este mismo nivel de formación. ¿Porque? Se podrían comparar por ejemplo las tasas de éxito de los respectivos grados, para empezar a leer datos indirectos. Por otro lado tampoco creo que esto sirva para algo. Quizá el problema real radica en la estructura de los estudios secundarios obligatorios y de bachillerato, y si es así hasta que no se hace una buena «selectividad» para los futuros maestros todo esfuerzo para formar maestros será para nada.
    Yo creo que todos los padres quieren pensar que así como los maestros pueden enseñar a sus hijos así quieren pensar que pueden los mismos maestros valorar y establecer los deberes que tienen que asignar a los alumnos sin necesitar de utilizar un «deberes-ometro».
    En el mundo real son muy pocos los fenómenos que se pueden describir con ecuaciones, no se puede describir con ecuaciones o formulas casi nada! Lo que se puede cuantificar a nivel matemático es de verdad muy muy poco.
    Y por ultimo, como padre, está bien que tenga que preocuparme de lo que pasa en las discotecas españolas, pero que tenga que preocuparme también de lo que pasa en las aulas del colegio, esto de verdad me parece demasiado!

    • Te contesto a alguno de los temas que planteas:

      1 – Estoy de acuerdo en que la formación (inicial y continua) de los docentes es uno de los principales problemas de nuestro sistema educativo. Sobre contenidos/didáctica, de nuevo estamos ante un dilema imposible. Hace falta formación en los dos ámbitos, es así de simple.

      2 – Lo ideal, desde luego, sería que las familias tuvieran que preocuparse menos de lo que pasa en las aulas. Nuestra realidad, por desgracia, está a cierta distancia de lo ideal: ¿qué elemento de nuestro sistema escolar puede dar señales de que algo no está funcionando bien?

      3 – Muchas veces no es fácil poner números, desde luego. Pero no veo forma de progresar en el debate de si los deberes son muchos o pocos sin ponerle un número al tema, por mucho que ese número tenga carácter orientativo, claro.

  10. Respecto a esto, claro que hace falta formación en cuanto al «qué» y en cuanto al «cómo». Pero la segunda me parece imposible de adquirir de forma teórica sino puramente práctica (o sea, ejerciendo, aunque también reflexionando, probando, equivocándose, rectificando, haciendo autocrítica…. y todo ello desde la docencia, a partir de lo que sucede en el aula). Y esta segunda «formación» será tanto mejor cuanto más conocimientos se tengan de la materia a impartir. Abochorna mirar los planes de formación que las administraciones educativos ofrecen a los profesores: hay más cursos de risoterapia que de las diferentes disciplinas. En otro momento intento explicarme mejor. Un saludo a todos.

  11. En este tema creo que la problemática es bastante distinta si hablamos de primaria o de secundaria.
    Coincido en la crítica con las temáticas de los cursos de formación que hemos visto en los últimos años, y en que se está descuidando el tema de qué enseñar, y los conocimientos, en favor de un excesivo énfasis en las metodologías.
    Sobre cómo y dónde adquirir la formación didáctica, creo que hay espacio para una formación inicial, que se puede llamar teórica (pero que no tiene que ser igual que la que se está impartiendo en muchos sitios) y, desde luego, una formación más práctica como ese «MIR para profes» del que se oye hablar de vez en cuando.

  12. Tampoco tanto creo yo. Así como los futuros maestros en general ven poca matemática escolar me parece, por lo planes de estudio que he visto en algunas universidades, que en los grados de matemática tampoco se ve mucha matemática elementales (en el sentido de Klein), en los de ingenieras, arquitectura … que también sirven para ser profesor de secundaria mejor dejarlos fuera …

    • Son muy diferentes a la hora de dar clase. En cuanto a la formación, hace unos años analicé los planes de magisterio musical y estuve viendo algunos vídeos en los que estudiantes de Magisterio charlaban sobre su formación. Todos coincidían en que el primer día que entraban en clase no sabían ni por donde empezar. Esto refuerza, creo, la teoría de que a enseñar se aprende fundamentalmente enseñando y también que lo primero que se necesita para ser un buen docente es tener conocimientos.

      • Lo que comentas sobre los estudiantes de Magisterio, ed. musical no me resulta nada extraño.
        Estoy de acuerdo en que sin una buena base de conocimientos (adecuada al nivel que se va a enseñar, y soy consciente de que ese «adecuada» es un tema de debate en sí mismo) es imposible un buen desempeño docente.
        Pero hago dos matices:
        – es posible que la formación inicial que recibieron esos estudiantes fuera mejorable.
        – por buena que sea la formación inicial, un periodo de arranque de prácticas supervisadas por buenos profesionales me parece esencial.

  13. Yo creo que como en muchas otras cosas también en temas educativos o de formación hay diferentes caminos validos que permiten llegar al mismo destino, pero está claro que si hablamos de formación a cualquier nivel educativo de los futuros docentes y lo razonamos con números grandes, entonces sin una selección seria inicial de los aspirantes a futuros docentes te puedes inventar de todo … pizarra de tiza o digital …, pero los resultados serán lo de siempre … 2/10 es una fracción decimal en turno de mañana y 1/5 no es una fracción decimal en turno de tarde ….

  14. No niego que una buena selección en la entrada de los centros de formación de maestros sea deseable. Pero me parece irrealizable con nuestro actual sistema, en particular con la proliferación de los centros de formación de maestros de las universidades privadas.
    Me conformaría con hacer esa selección en el momento de entrada a la profesión. Una vía para ello: una acreditación del estilo de la que hablé en su momento: https://masideas-menoscuentas.com/2013/03/17/la-formacion-del-profesorado-ii/

  15. Quizá podría ser una solución, pero quedarían todavía dos problemas: lo de posponer de hecho la selección y luego haber gastado muchas energías para nada y no con números pequeños …

  16. Cierto, no es la mejor solución, pero me parece la única compatible con nuestra realidad.
    Y me parece que podría aclarar que hay dos tipos de estudiantes en las facultades de educación: los que quieren ser maestros, y tendrían claro que necesitan una buena formación para acceder al ejercicio profesional, y los que quieren un título universitario por razones variadas. Eso hasta podría convertirse en incentivos adecuados para distintos centros de formación de maestros …

  17. Creo que llego algo tarde al debate, pero ahí voy.
    El trabajo personal es imprescindible para el aprendizaje. ¿Cuánto? Pues mucho, todo, más. Pero me parece que cuando decimos «deberes» queremos decir «trabajo personal en casa». Y esa parte de «en casa» no es importante. Lo importante es el tiempo total y el reparto entre trabajo personal y clase estilo magistral
    Por ejemplo, cuando J. A. Marina dice eso de los 15+15+…, ¿quiere decir que cada año hay que dedicar 15 minutos más del horario escolar al trabajo personal de los alumnos? ¿O que los alumnos tienen que salir del colegio 15 minutos antes cada año, para trabajar ese tiempo en casa? ¿O que cada año hay que aumentar la jornada laboral del alumno en 15 minutos? Y, en este último caso, ¿hay que aumentar la jornada en el colegio, o en casa?
    Distintos colegios tienen distintas jornadas. Y sé que hay profesores (de primaria) que dedican más de media clase al trabajo personal, y otros que no. Cierto es que necesitamos discutir con números, pero sabiendo qué significan los números que manejemos.

    • Estamos de acuerdo, el debate está lleno de matices, y no tiene demasiado sentido convertirlo en un deberes sí o deberes no.
      Un matiz: según mi impresión personal, y según los datos que conozco, no me parece que el volumen de trabajo (personal, o del otro) sea la principal razón de nuestros problemas (y en este problemas se puede incluir las cifras de abandono, o el número de repeticiones de curso, o los resultados en las pruebas internacionales).
      Me parece que muchas veces se trabaja en una dirección no demasiado productiva. Un ejemplo concreto, y no de matemáticas: se encargan trabajos de varios folios, que llevan un tiempo y que casi siempre se convierten en un refrito de cortar y pegar. Hasta he visto algunos profesores que para luchar contra ello piden los trabajos a mano, como si copiar mecánicamente un texto ayudara a que te enteres de algo de lo que estás copiando … El resultado es que una buena parte de nuestros estudiantes no saben expresarse correctamente por escrito. En otros lugares lo que se pide es un texto de unas pocas líneas (y unas pocas significa 4-5 líneas). Eso sí, elaborado de forma personal, y que el profesor puede corregir rápido, precisamente por ser tan corto, e informar al alumno de sus errores y de las cosas que debe mejorar.

  18. Estupendo, el siguiente paso será reglar el número de veces que los niños pueden pedir de ir al cuarto de baño en la Comunidad de Madrid, que al final no será el mismo de Cataluña, o de Galicia …. Interesante! Esto de regular los deberes, o los pises, en la Comunidad de Madrid si que parece un ladrillo fundacional y fundamental de la educación obligatoria!

    • Bueno, a mi me parece que regular las horas de deberes se parece más a regular las horas de clase, que obviamente se lleva haciendo muchos años, que regular esas otras cosas que comentas. Pero todo es opinable, desde luego …

  19. Lo de reglar las horas de clases en general ya es un absurdo, quiere decir de hecho que los maestros no pueden establecer ellos mismos un reparto razonable entre las horas de lectura, matemática, ciencia,… que necesitan impartir a sus estudiantes, cuando están titulados y tienen las competencias para poder hacerlo, para que sus estudiantes consigan tener una preparación
    adecuada.
    Lo de reglar las horas esta bien si se supone que los maestros simplemente son unos analfabetas!
    Si luego pasamos a reglar también los deberes que estos pueden asignar a sus estudiantes, esto quiere decir que los maestros además de ser simples analfabetas son «analfabetas funcionales»! Y por lo tanto hay que poner una regulación más.

    • Estoy de acuerdo en que con maestros ideales mucha parte de la regulación podría evitarse. El problema es que los maestros son los que son, no los que nos gustaría que fuesen. Esto no solo se aplica a los maestros, por supuesto. Se puede decir lo mismo de cualquier otra profesión o, en general, de la ciudadanía en general.

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