Los libros de Singapur (I)

Hace unas semanas pepvidal preguntó en un comentario sobre los libros de Singapur, y cómo presentan las matemáticas escolares. Espero que lleguen pronto entradas con ejemplos de secuencias didácticas para introducir algunos conceptos, de esos clave. Hoy quiero hablar de otro detalle, quizá más sencillo, pero que me parece que en general en los textos españoles no está bien resuelto.

En las imágenes siguientes se puede ver dos ejemplos de ejercicios sobre el número de tres cifras. Evidentemente, se trata sólo de un ejemplo, pero lo he elegido porque creo que es bastante representativo de un patrón general. Por un lado, la representación de las centenas, decenas y unidades que se hace en el ejemplo de Singapur me parece mucho mejor, pero hay otro detalle quizá más sutil pero que es justo sobre lo que quería escribir hoy. En el ejemplo español los cuatro casos son exactamente iguales. El alumno puede rellenar los tres que le tocan por simple imitación, sin entender absolutamente nada de la idea que se pretende transmitir. De esta manera se supone que se pretende automatizar el proceso, pero el problema de automatizar sin entender es que los automatismos se pueden perder y entonces queda … nada. En el caso del libro de Singapur, los ejemplos sin unidades y sin decenas, que supongo que aquí se opina que introducen una dificultad excesiva, lo que hacen es, desde mi punto de vista, ayudar a la comprensión del concepto.

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3cifras-Singapur-2La situación es, de hecho, peor si nos centramos en los problemas. En el ejemplo, unos problemas del tema de las sumas, de un libro de 2º de primaria. De nuevo, creo que el ejemplo es basntante representativo, al menos si nos centramos en las editoriales mayoritarias. Los tres problemas se reducen a lo mismo: sumar los números que aparecen en el texto. Hasta tenemos el formato para la suma incorporado, de manera que el niño no tiene ni que molestarse en pensar cuántos números tiene que sumar. Que los niños no se molesten en leer el enunciado me parece una consecuencia lógica de este planteamiento. Y cuando en algún momento necesitan leer los enunciados … no los entienden. (Un comentario accesorio: algún maestro me ha comentado que, encima, los dibujos quedarán bonitos, pero confunden, porque el número de cometas del dibujo no coincide con el texto).

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El siguiente es el ejemplo del texto de Singapur. Desde luego, mucho más sobrio estéticamente. Algunos pensamos que eso puede ayudar a que la atención del alumno se centre en las matemáticas. Por supuesto, es muy enriquecedor hacer a veces proyectos, o combinar actividades con contenido de arte y matemáticas, y muchas otras cosas. Pero, de vez en cuando, también es conveniente centrarse en las matemáticas. En cuanto al contenido, la diferencia más importante es que, desde muy pronto, los enunciados de los problemas son más variados, y de  nuevo eso ayuda a la comprensión.

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Un comentario final: no es que los libros de Singapur me parezcan perfectos. De hecho, en este último aspecto creo que se quedan bastante cortos, y que se podría ser mucho más audaz en el tema concreto de la resolución de problemas. De nuevo, ya he podido confirmar en la práctica algo que hasta ahora sólo era una intuición. La semana pasada animé a un profesor de 1º de Primaria a que propusiera en clase el siguiente problema:

Luis ha llevado 4 caramelos al colegio, su amigo Juan el doble, y su amiga Marta tiene 3 caramelos. En el recreo se juntan con sus amigos Jaime y Belén, que no tienen caramelos, y deciden repatirlos entre todos. ¿Cuántos caramelos se comerá cada niño?

Con total seguridad, este era el primer problema al que se enfrentaban la mayoría de los niños, y los resultados fueron estupendos. Por supuesto, la mayoría encontró dificultades, preguntaron, y dudaron. Exploraron ideas nuevas. Algunos necesitaron ayuda para asimilar la idea de doble, y todos tuvieron que idear estrategias de reparto, porque por supuesto no conocían el algoritmo de la división. Desde mi punto de vista, una sesión semanal de 30 minutos dedicada a resolver auténticos problemas (y ya desde el primer curso de primaria) tendría efectos enormemente positivos en la formación matemática.

No tiene pérdida …

Esta idea está sacada del libro de Aharoni que recomendaba en la entrada anterior. La verdad es que está resultando una lectura de lo más interesante, y contiene ideas valiosas no sólo sobre cómo presentar conceptos matemáticos, sino también observaciones de carácter más general, como la que quiero comentar hoy.

Estoy seguro de que, como forasteros en alguna ciudad, todos hemos recurrido alguna vez a preguntar a un lugareño. Tras dos o tres sencillas indicaciones, no es nada raro que se haya despedido con las palabras «¡No tiene pérdida!». Por supuesto, en muchos casos nos hemos perdido o, al menos, hemos tenido que volver a preguntar por cómo llegar a nuestro destino.

Pues bien, creo que todos los docentes caemos con frecuencia en el mismo error. Conocemos perfectamente la materia que estamos exponiendo, y por esa misma razón nos resulta complicado ponernos en la situación del recién llegado. A  lo más que podemos aspirar es a intentar ser cuidadosos y evitar caer en este error con demasiada frecuencia.  Porque, por supuesto, también tenemos que evitar el extremo contrario, y empeñarnos en acompañar al forastero cogido de nuestra mano. El forastero, las más de las veces, preferirá un poco de independencia, y el alumno la necesita para avanzar en su aprendizaje.

Las matemáticas en La Cuarta Página

No es muy frecuente que las matemáticas sean el tema de una Cuarta Página de El País, uno de los foros de opinión de más prestigio en España.  Creo que muchos estaremos de acuerdo con el fondo del artículo: una buena educación matemática es clave para muchas de las actividades con más proyección en este siglo. Sin embargo, parece deducirse del artículo que los grandes responsables del estado de nuestro sistema educativo somos los profesores. Y en este punto no estoy tan de acuerdo. No pretendo eludir nuestra responsabilidad, y ya escribí sobre ello aquí. Y sí, yo también conozco profesores (¡de matemáticas!) que dictan apuntes o leen el libro en clase. Pero creo que este camino nos lleva a un diagnóstico equivocado. Me parece mucho más grave el desenfoque de las matemáticas que se enseñan en demasiadas ocasiones, muchas veces por profesores trabajadores y motivados. Las matemáticas que hacen falta son las que tienen que ver con la comprensión de los conceptos y el manejo de las ideas, y no las que tienen que ver con rutinas y cuentas.

Otro aspecto que me gustaría puntualizar tiene que ver con los recortes. Desde luego, estoy de acuerdo en que es un gran error recortar la inversión en educación. Pero también creo que muchas de las cosas que se podrían hacer para mejorar la educación matemática tienen poco que ver con el dinero.

¿Por qué soy mejor profesor en magisterio …

… que cuando daba clases en Ingeniería de Telecomunicación o en Ingeniería Informática?

Creo que tengo suficientes indicios para dar por esto por cierto. Aunque el hecho en sí  no tiene mayor relevancia, creo  que mis reflexiones sobre el porqué sí pueden tener cierto interés general. Básicamente veo dos razones, la primera tiene que ver conmigo, y la segunda con mis alumos.

  1. Tengo una visión completa y coherente de las matemáticas que quiero enseñar a los estudiantes de magisterio. Ojo: no estoy diciendo que mi visión sea la única posible, ni siquiera que sea la mejor. Sólo digo que puedo defender que es completa y coherente.
    No es que no me preocupara este tema cuando daba clases a futuros ingenieros. Dediqué más de un rato a pensar sobre el tema de qué matemáticas necesita un ingeniero, y cómo enseñárselas. Pero nunca tuve, ni de lejos, la visión global que ahora tengo sobre las matemáticas que necesita un futuro maestro.
  2. Mis estudiantes son conscientes, desde el primer momento, de que necesitan aprender matemáticas. En muchos casos, simplemente no conocen los conceptos básicos. En otros, aún cuando sepan lo suficiente para desenvolverse como alumnos, es relativamente fácil ponerles en situaciones que dejan claro que no dominan los conceptos al nivel suficiente para reaccionar de forma coherente en situaciones comunes en las matemáticas de primaria.
    Por supuesto, este apartado está relacionado con el anterior. Que yo tenga una perspectiva global de las matemáticas que necesita un maestro, y para qué las necesita,  me facilita enormemente la tarea de convencerles de que necesitan aprender matemáticas.

Un blog mirando al futuro

Un comentario de Pepe Carretero del pasado viernes me  ha estado rondando la cabeza todo el fin de semana.  Decía que las ideas de cambio en el sistema llevan presentes desde hace 30 años, pero que el factor que las frena que más le molesta es  «la reticencia al cambio que hace que cuando se plantee resolver las carencias se dirija la mirada al pasado y no al futuro». Estoy de acuerdo en que esto ocurre, pero yo añadiría este otro, que es el que más me irrita personalmente: muchas de las discusiones que he visto sobre cómo mejorar el sistema educativo han terminado en un bonito juego del ping-pong donde cada parte le echaba la culpa a las otras: las familias y la sociedad, a los profesores; los profesores, a la sociedad, que no les apoya, a los alumnos, que no estudian, y a los profesores de las etapas precedentes; los políticos … bueno, los políticos terminaban entretenidos con la Educación para la Ciudadanía.

Desde el primer momento, el objetivo de este blog ha sido, además de poner mis ideas en limpio, pensar en positivo y mirar hacia el futuro. El sistema educativo es gigantesco: tenemos más de 4 millones de alumnos, y unos 350000 profesores, sólo en la educación obligatoria. Me gusta compararlo con un superpetrolero: la inercia que tiene es enorme. Y creo que no podemos esperar una reforma coherente de arriba hacia abajo, sino que debemos ponernos manos a la obra, e intentar variar poco a poco la dirección del superpetrolero, con un flujo de ideas de abajo hacia arriba. La buena noticia es que para ello tenemos una herramienta poderosa que no estaba disponible hace ni siquiera 10 años: este tipo de foros. Creo que pueden servir para difundir nuevas ideas y poner en común los resultados obtenidos. Desde aquí me comprometo a acompañar las reflexiones generales con ejemplos, concretos, y listos para llevar al aula, tantas veces como sea posible. La entrada sobre las tablas de multiplicar creo que ya iba en esa dirección.

Para que este cambio de rumbo, de abajo hacia arriba, pueda avanzar,  creo que necesitamos considerar estos tres aspectos:

  • Los profesores tenemos que asumir nuestra responsabilidad. Sí, se que tenemos motivos sobrados para la queja, y más en estos tiempos (y creedme, lo sé en primera persona: lo que el curso pasado fueron 3 grupos para 150 alumnos, se han convertido este curso en 2 grupos para 220 alumnos). Y debemos protestar y luchar por lo que creemos justo. Pero creo que lo que debemos evitar es utilizar esta situación como excusa para no asumir nuestra responsabilidad. Quede claro: no estoy diciendo que esté en las manos de un profesor «arreglar las cosas». Ni siquiera creo que sea realista plantearse el llegar a todo el grupo de alumnos, aunque se deba intentar. Lo que creo que sí es cierto es que un buen hacer docente tiene influencia en algunos de nuestros alumnos. En Estados Unidos, que es donde más estudios de todo tipo se realizan, publicaron hace poco este, en el que se encuentra que el impacto de un buen profesor no sólo repercute en el promedio de resultados académicos, sino en variables como el número de embarazos de adolescentes del grupo. Hay otra buena razón para creernos que nuestro esfuerzo será útil para algunos de nuestros alumnos: creo que es la vacuna más eficaz contra el virus del profesor quemado, la plaga de nuestro tiempo.
  • La Primaria, lo primero. Creo que las razones son obvias. Por supuesto, debemos trabajar para cambiar el rumbo en secundaria, no voy a entrar en contradicción con el punto anterior. Pero está claro que intentar convencer a un chico de que otra visión de las matemáticas es posible, cuando nos llega condicionado por seis años de mala formación matemática, es mucho más complicado que trabajar desde los 6 años con el enfoque adecuado. Algún lector puede pensar que hay que llevar el argumento al extremo y empezar por la Educación Infantil. Hablaré de Infantil en algún momento, pero creo que en esa etapa la situación (al menos en lo que respecta a las matemáticas) no es mala. Aquí yo sólo pediría que estemos atentos para que no se estropee. Algún colegio ya he visto cuya idea de «subir el nivel» es empezar con el algoritmo de la suma en el tercer curso de Infantil.
  • Los libros de texto. Bueno, este tema es difícil y delicado. Creo que se merece un futuro post en exclusiva.

Cómo dar clase a los que no quieren

Voy a permitirme aprovechar este momento de popularidad (¡Mil gracias Clara!) para abandonar por una entrada el camino que me había marcado – hablar sólo de matemáticas – y recomendar un libro. ¡No, por favor, no es lo que parece! No tengo nada que ver con el autor, ni siquiera le conozco. Pero creo que es realmente interesante, muy en especial para los profesores de secundaria.

Cuando pregunté a mis alumnos del Máster de formación del profesorado qué habían echado de menos en el curso, la opinión fue casi unánime: «Nadie nos ha dicho nada sobre cómo tratar con una clase llena de adolescentes». Y creo que es verdad, en España no está nada extendida la enseñanza de lo que me gusta llamar Técnicas de gestión del aula. Así que empecé a preguntar, y una amiga, profesora de secundaria, me habló de un libro que habia leído, y cuyas ideas la habían ayudado a mejorar el clima de su clase. El libro es Cómo dar clase a los que no quieren. de Joan Vaello Orts. El título puede ser un poco equívoco. No se trata de enseñar a los que no quieren (creo que todos estamos de acuerdo en que es imposible enseñar a alguien que no quiere aprender), sino de tratar a los que no quieren de forma que se consiga mejorar el clima general de clase, y así poder enseñar a los que sí quieren. Por el camino, los que no quieren (o algunos de ellos) quizá adquieran unas habilidades socioemocionales mínimas, que tienen un gran valor en sí mismas, y alguno hasta empiece a querer aprender.

El libro no promete milagros, pero creo que no hacen falta milagros para mejorar un poco el clima general de clase. Lo más importante es no dejar eso a la intuición. Por supuesto, hay profesores que consiguen, de forma innata, ese buen clima de clase. Pero para los que no tenemos ese don, hay técnicas que ayudan. Lo que es un error es enfrentarse a grupos de alumnos (los que en general originan el mal clima de clase), cuya principal motivación es provocar al profesor, y que dedican tiempo y energía a planear estrategias de provacación, simplemente con la reacción instintiva que surja en el momento.

Mientras preparaba este post he descubierto este vídeo de un seminario del profesor Joan Vaello, precisamente en el Máster de formación del profesorado de la Universidad Miguel Hernández.

¿Por qué este blog?

Después de haber escrito una entrada sobre cada nivel educativo (con excepción de la etapa de Infantil -espero atreverme a escribir algo sobre la educación infantil en un futuro próximo), creo que tiene sentido poner en limpio, tanto para los lectores como para mi mismo, las razones que me animan a seguir con este proyecto.

En primer lugar, no conozco ningún blog con este enfoque. Por supuesto, hay estupendos materiales de divulgación matemática (varios de ellos en la lista de enlaces de la derecha) y creo que hacen una labor estupenda. Sin embargo, mucha de la divulgación es algo así como «tratamiento sintomático»: las matemáticas académicas son aburridas e inútiles, vamos a presentar otros materiales que sean más divertidos y que nos permitan que algunos niños le cojan algo de gusto a las matemáticas. Repito: creo que la labor es útil, y que con que tenga éxito con un pequeño porcentaje de niños, estará totalmente justificada. Sin embargo, también creo que algo tendría que intentar hacerse para intentar arreglar el problema de fondo, el que las matemáticas académicas sean aburridas e inútiles.

Las medidas están claras: mejorar la formación del profesorado, reformar los planes de estudio, aumentar la valoración social de las matemáticas, y quizá alguna cosa más. Bueno, estoy de acuerdo, y me pondría a ello si fuera Ministro de Educación. Pero también creo que desde una posición un poco más modesta, se pueden sugerir algunos pequeños cambios en la buena dirección. Unos cambios que intenten paliar los problemas de aprendizaje que se detectan en las aulas, y expuestos de manera que sean fácilmente accesibles para los profesores interesados.

Espero que el contenido de futuros posts termine de aclarar estas ideas.

Presentación

Llevo 20 años dedicado a la enseñanza de las matemáticas. Durante los últimos cursos me he dedicado a la formación de futuros profesores, tanto de primaria como de secundaria, y esto me ha permitido tomar contacto con esos niveles educativos. Me atrevo a decir que tengo una visión general (aunque por supuesto incompleta) del sistema de enseñanza de las matemáticas en España, desde los 6 años hasta  la universidad.

Cada vez que se hace un estudio internacional, los conocimientos matemáticos de los alumnos españoles se sitúan en la parte media-baja de la tabla, y estas noticias llegan al gran público, por ejemplo, cada vez que se publican los resultados del estudio PISA (los resultados de PISA 2012 se publicarán dentro de un año aproximadamente). En general, diría que existe un consenso sobre el hecho de que el sistema no proporciona un conocimiento matemático satisfactorio, ni para los alumnos que precisan de un conocimiento matemático sólido para proseguir con sus estudios universitarios, ni para los alumnos que deberían haber adquirido una alfabetización matemática suficiente para desenvolverse como ciudadanos.

El título de este blog pretende marcar la dirección en la que, desde mi punto de vista, debería moverse el sistema para obtener mejores resultados. Por supuesto, como todo título es simplificador: cuando hablo de más ideas, quiero decir que el estudio de las matemáticas debería girar sobre todo alrededor de las ideas y conceptos básicos, trabajando de modo reflexivo sobre ellos. Menos cuentas quiere decir no sólo menos «aritmética tradicional» sino también menos procedimientos rutinarios que se memorizan sin comprenderlos, de forma puramente mecánica. Espero que próximos posts terminarán de aclarar estas ideas.

El segundo objetivo declarado de este blog es servir de punto de encuentro entre los diferentes niveles educativos. Creo que otra de las causas de las disfunciones del sistema es la falta absoluta de relación entre los integrantes de los diferentes niveles educativos: primaria, secundaria y unversidad.